22 ene 2017

EUTHANASICA SCRIPTURA: EL SUICIDIO ES SAGRADO

En los albores del cristianismo muchos fieles se suicidaron ante la persecución. Los cristianos que se suicidaron a modo de martirio se hicieron tan numerosos que sus perseguidores fariseos prohibieron las exequias públicas y el entierro en camposanto para los suicidas. Para los teólogos paleocristianos, en cambio, escoger la propia muerte era un acto virtuoso: Eusebio, en su crónica de los mártires de Antioquía nos habla de una madre y dos hijas que, para evitar ser violadas por unos soldados paganos, se suicidaron arrojándose a un río. Siguiendo su estela, en este texto alzaré mi voz, con la Guía del Espíritu Santo, contra el estigma del suicidio y por la misericordia de muerte:

Casi todos los cristianos actuales creen que el suicidio es pecado, pero esta afirmación está ausente de las Escrituras. Hay siete suicidios y un intento de suicidio registrados en la Biblia, y son mostrados como actos neutrales o incluso apropiados dadas las circunstancias. Veamos primero los suicidios del ANTIGUO TESTAMENTO:

-Abimelech (Jueces 9:54), moribundo por una fractura craneal durante un asedio, ordenó a su escudero que le matara para evitar la ignominia haber caído ante una mujer (ella le tiró una piedra de molino). Nótese que este es un caso de eutanasia aka suicidio asistido.
-Sansón (Jueces 16:26-31) se suicidó para vengarse de los filisteos que le habían torturado, como se deduce del texto bíblico: "Entonces clamó Samsón á Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y esfuérzame, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los Filisteos, por mis dos ojos... Y dijo Samsón: Muera yo con los Filisteos". Este acto de fe de Sansón le ganó un lugar entre los santos del cristianismo (Hebreos 11:32). Nótese que este es un caso de suicidio kamikaze y que Dios mismo eutanasió a Sansón.
-Saúl (1 Samuel 31:3-6), herido y derrotado en batalla con los filisteos, pidió a su escudero que le matara. Este titubeó, así que Saúl cayó sobre su espada. El joven siguió el ejemplo de su rey.
-Ahitofel (2 Samuel 17:1, 23) conspiró para derrocar a David. Cuando su plan falló, dejó sus asuntos en orden y se ahorcó. Es interesante notar que el relato especifica que fue enterrado en el sepulcro de su padre, en contraste con la práctica histórica de la Iglesia de negarles el entierro en suelo consagrado a los suicidas.
-Zimri (1 Reyes 16:18) usurpó el trono de Israel. Cuando su intriga falló prendió fuego al palacio para morir en el incendio.

Con esto en mente, examinemos los suicidios del NUEVO TESTAMENTO:

-Jesús de Nazareth (Cuatro Evangelios) deliberadamente provocó a los romanos para que le crucificaran. Jesús fue explícito respecto a que su vida no le estaba siendo arrebatada sino que voluntariamente elegía morir: "Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla á tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre." (Juan 10:18). Aunque muchos cristianos negarían con vehemencia que esto constituye un suicidio, que Cristo actuara a sabiendas de que sus acciones conducirían a su martirio a manos de Roma, así como su negativa a tomar medidas para prevenir su ejecución como algunos apóstoles le pidieron, recuerda a lo que hoy llamamos "suicidio por policía", además de recordar al suicidio-ejecución de Sócrates y a los martirios autoimpuestos que practicaban los "herejes" donatistas y que fueron condenados por Agustín como veremos más adelante.
-Judas Iscariote (Mateo 27:4-5) se ahorcó tras traicionar a Jesús. El narrador lo presenta como una apropiada demostración de remordimiento.
-El Carcelero de Filipos (Actos 16:26-29), bajo la errada impresión de que todos sus prisioneros se habían fugado, pensó que su carrera y su vida estaban acabadas y se preparó para caer sobre su espada. San Pablo le detuvo, pero no arguyó que el suicidio estuviera mal, sino que el carcelero estaba obrando movido por un malentendido.

Vista la evidencia bíblica, ¿como es que la posición neutral de la Biblia respecto al suicidio fue convertida por la Iglesia en una oposición dogmática?

En el siglo IV tanto el Imperio como la Iglesia buscaban la eliminación de los herejes donatistas y sus aliados circunceliones, en gran parte porque estos herejes se oponían a la mescolanza de la Iglesia y el Estado. La creencia donatista de que el martirio era una obligación moral les llevaba a provocar a los magistrados y otras autoridades para que los mataran, pues creían que así se aseguraban un lugar en el Cielo. El donatismo se originó y propagó por el Norte de África y sobrevivió hasta que la región fue invadida por el Islam (la tendencia musulmana al kamikazismo evidencia influjo donatista). Fue para corregir esta herejía que Agustín de Hipona, a principios del siglo V, formula en su obra Ciudad de Dios la primera condena cristiana del suicicio.  Su base bíblica es el sexto mandamiento, en el que interpreta la omisión del "a tu prójimo" incluido en el noveno como prueba de que matarse a uno mismo es pecado. Agustín se sintió forzado a admitir que hay excepciones que hacen lícito matar a otra persona (Dios ordena ejecutar a los criminales y guerrear contra los cananeos), pero desdeñó las razones para querer terminar con la propia vida. El resto de sus argumentos son paganos, de la obra platónica Fedón. Siguiendo a Agustín, muchos cristianos creen que como la Biblia prohíbe el asesinato, los suicidas serán juzgados como asesinos (de sí mismos) y condenados al Infierno. No obstante, la Biblia revela que la gente no puede "asesinarse" a sí misma. Analicemos el DECÁLOGO de Éxodo 20:1-17. Los primeros cinco mandamientos regulan nuestro comportamiento HACIA DIOS:

1. No tendrás dioses ajenos delante de mi.
2. No te harás ídolos.
3. No tomarás el nombre de YHWH tu Dios en vano.
4. Acordarte has del día del Sabbat, para santificarlo.
5. Honra a tu padre y a tu madre (como expliqué en La Familiolatría es Pecado Jesucristo demostró que este mandamiento fue malinterpretado por los israelitas como referido a la familia terrenal, cuando en realidad significa "honra a Dios y a la Iglesia Invisible". Nótese que con mi esquema los mandamientos cumplen el adagio esotérico "como arriba, abajo").

Los últimos cinco Mandamientos regulan nuestro comportamiento HACIA LOS DEMÁS:

6. No asesinarás (mal traducido como el ambiguo "no matarás").
7. No cometerás adulterio.
8. No robarás.
9. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
10. No codiciarás ... nada que es de tu prójimo.

Nótese que a excepción del sexto mandamiento, ninguno que puede violarse con uno mismo. Esto tiene sentido cuando se comprende que el Éxodo es parte de la Torá, libros que contenían las leyes civiles de Israel (las leyes que hoy serían aplicadas en un juzgado), ergo aplicar estas leyes "contra uno mismo" es absurdo. En la Biblia, asesinato significa matar a otras personas, no a uno mismo. Otro problema de mezclar al suicidio con el asesinato, el adulterio, el robo, el perjurio y la envidia (agrupados y prohibidos como hemos visto), es que son actos maliciosos, mientras el suicidio suele ser un acto de angustia:  Saúl y su escudero cayeron sobre sus espadas antes que ser capturados y torturados por los filisteos. Sansón se suicidó tras ser torturado por los filisteos, y si pudo hacerlo fue gracias a que Dios le restituyó sus poderes. Esto implica que Dios EUTANASIÓ a Sansón. Ante una agonía inevitable, ¿es el suicidio un pecado? No juzgues a tu prójimo hasta que estés en su situación. El Juicio Final es de Dios, ¿qué derecho tienen los hombres a intentar usurpar Su Jurisdicción? Recordemos la Regla Dorada. Aunque su intención fuera refutar al donatismo, Agustín festejó el estigma fabulado por los fariseos. Como decimos los liberales: "juzguemos las políticas por sus resultados, no por sus intenciones".
Azrael, el Ángel de la Muerte. Libertador de los Santos, Ejecutor de los Tiranos. Solo los malvados, aquellos que neciamente aman a este mundo maligno y pecador, lo temen.
 Gracias a Dios, los argumentos de Agustín no calaron de inmediato en la Cristiandad. El primer código legal específicamente cristiano fue el Código de Justiniano. Elaborado un siglo después de Agustín, no castiga el suicidio si el suicida tenía una buena razón para matarse. Las buenas razones citadas incluían "no poder soportar el sufrimiento o la enfermedad, o por alguna otra razón como el hartazgo de la vida, la locura o el miedo al deshonor". En resumen, cualquier razón excepto ninguna, y eso era castigado solo sobre la base de que era irracional: "quién no se perdone la vida a sí mismo no se la perdonará a otro". El suicidio no se convirtió en crimen bajo la Common Law de Inglaterra hasta el siglo X, en la acertadamente llamada Edad Oscura traída por los invasores germánicos (como explica el teólogo ortodoxo John Romanides, antes de los carolingios Agustín era despreciado en Occidente y directamente ignorado en Bizancio). El teólogo medieval Tomás de Aquino también condenó el suicidio, basando sus argumentos sobre en las obras de tres filósofos paganos: Aristóteles, Sócrates y Platón. En su obra SUMMA THEOLOGICA, Aquino da tres argumentos contra la permisibilidad del suicidio:

-Su primer argumento se basa en la Ley Natural: el suicidio está mal dado que es contrario a que la naturaleza imponga su criterio en los humanos. Esto no se basa en la Biblia, sino en la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Hemos de notar que, aunque Aquino tenía a Aristóteles en una adoración casi idolátrica, dando en llamarlo "El Filósofo", Aristotéles frecuentemente hacía afirmaciones incorrectas e infundadas sobre la supuesta "naturaleza" de las cosas. Aquino procede entonces a argumentar que es una obligación de la caridad y el amor por uno mismo prohibir el suicidio. Aparte de basarse en otra premisa infundada como que todos los suicidios son causados por el autoodio, Aquino es inconsistente con su argumento: cuando las circunstancias son tales que un acto amoroso y caritativo podría ser la autodeliverancia, Aquino abandona estas virtudes en pro de la virtud de la "fortaleza".
-El segundo argumento antisuicida de Aquino es de tipo utilitario: el suicidio no está justificado por el gran daño social que provoca. El filósofo ilustrado David Hume, en concreto, señaló los fallos de esta afirmación que fueron ignorados por Aquino, a saber, que el suicidio no causa, per se, mayor mal que bien (la sociedad podría mejorar si, por ejemplo, un dictador en potencia se suicidara, o si el portador de una plaga se suicidara antes de contagiar su enfermedad). Además, si se practicara coherentemente, la doctrina del mayor bien social obligaría por lógica a una persona a suicidarse, si el suicidio de esta persona beneficiara a la sociedad (por ej. los ancianos o los inválidos evitarían así convertirse en una carga para la sociedad).
-El tercer argumento es que el suicidio está mal porque es robarle a Dios. Nuestras vidas son propiedad de Dios, y nosotros somos meramente los administradores de esa propiedad. Esta afirmación procede de Paedo, obra del filósofo pagano Platón "Los dioses son nuestros guardianes, y nosotros somos una de sus posesiones... Por tanto puede haber una razón para decir que un hombre debe aguardar, y no tomar su propia vida salvo que un dios se la requiera...". Más específicamente, Platón afirma que los hombres son las posesiones de los representantes de los dioses en la tierra. Aquino explícitamente compara la relación entre Dios y el hombre con aquella entre el amo y el esclavo. Debe notarse que Platón está citando a Sócrates, cuando Sócrates se estaba preparando para suicidarse. Sócrates excusó su hipocresía diciendo "... un hombre debería esperar, y no tomar su propia vida hasta que un dios se le reclame, como me la está reclamando a mí ahora".

Tanto Agustín como Aquino ofrecen también la manoseada proclama de que el suicidio viola de alguna forma el derecho de Dios a decidir la duración de la propia vida. Los filósofos ilustrados Jean Jacques Rousseau y David Hume destruyeron agudamente este argumento, indicando que, llevado a su conclusión lógica, prohibiría cualquier tratamiento médico dado que también sería interferir con la longevidad predestinada por Dios. Por último, ante hechos "incómodos" como que la Biblia presenta el suicidio de Sansón como el acto de un santo, o que la Iglesia desde sus primeros tiempos ha honrado como santos a ciertos cristianos que, ante la persecución, se suicidaron, tanto Agustín como Aquino recurren a la excusa de Sócrates: sin ninguna base bíblica afirmaron que Dios debía haber "ordenado secretamente" esos suicidios y, de nuevo sin ninguna base bíblica, proclamaron que Dios no ha "ordenado" ni ordenará nunca a cualquier otra persona este acto. Por tanto, el estigma del suicidio es obra de Agustín, al cual siguieron acríticamente Aquino, Lutero y Calvino entre otros. Este estigma probablemente infectó a la Iglesia Ortodoxa durante la occidentalización forzosa de Rusia llevada a cabo por el psicopático zar Pedro I "el Grande" (sic), proceso denunciado por teólogos como John Romanides, que afirma que la Iglesia Ortodoxa está casi irreconocible por culpa de ese demonio encarnado.

Rezo para que mi ensayo aporte consuelo a aquellos hermanos que ven en el suicidio su única salida y a aquellos que tienen seres queridos en idéntica situación. Dios no os ha dado espíritu de temor para que os intimide un clero farisaico. Yo intento siempre buscar la Verdad, pues como dijo el Divino Maestro: La Verdad os hará libres. Que nadie os robe la Libertad que es en Jesucristo, hermanos.

Guiados seamos por  Yahshuah HaMashiakh Elohim,

Neph

NOTAS

1. Nótese que una aplicación coherente de la Regla Dorada de Mateo 7:12 conduce lógicamente a la eutanasia, pues si en una situación de agonía o deshonor no quisieras seguir viviendo, tendrías el DEBER cristiano de amar a tu prójimo como a ti mismo eutanasiándole.
2. Según Mateo 16:24-25, el apego a la vida es un pecado incompatible con la vera fe: "Entonces Jesús dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará"
3. Corintios 6:19-20 es uno de esos pasajes "todoterreno" que muchas iglesias citan para prohibir comportamientos que no aprueban. Dado que este pasaje dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, estas iglesias claman que dañarlo de forma alguna es pecado, aplicando esta interpretación a fumadores, borrachos y suicidas, todos los cuales "dañan el templo".  No obstante, para entender el significado del pasaje, veámoslo en contexto incluyendo los versos que lo preceden (1 Corintios 6:15-20): "¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?  ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y hacerlos miembros de una ramera? Lejos sea. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque serán, dice, los dos en una carne. Pero el que se une con el Señor, un espíritu con Él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre hiciere, fuera del cuerpo es, más el que fornica contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio,: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" Dudo que cualquiera con un cerebro no comprenda que el pasaje trata de la fornicación: es obvio que los versículos 19-20 son una continuación de los versículos 15-18. Por tanto, este pasaje aplica a la conducta sexual, no a otros tipos de comportamiento. Incluso para quién no pretenda justificar el suicidio, engañar a hermanos de fe implicando que la Biblia dice algo que no dice es, con toda seguridad, pecado mortal.
4. Según 1 Filipenses 20-24, San Pablo tenía pensamientos suicidas, y solo la necesidad de instruir a los cristianos espiritualmente inmaduros le impedía suicidarse por Cristo: "Conforme á mi mira y esperanza, que en nada seré confundido; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será engrandecido Cristo en mi cuerpo, ó por vida, ó por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne, esto me será para fruto de la obra, no sé entonces qué escoger; Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor: Empero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros".
5. Aclaro que mi apología del suicidio/eutanasia no niega mi oposición al aborto, pues una cosa es decidir racionalmente sobre la propia vida y otra decidir arbitrariamente sobre la humanidad del prójimo. Si se reconociera la humanidad del feto el abortismo perecería por inercia sin necesidad de liberticidas sectarismos "provida", dado que yo, reconociendo al feto como humano, me opongo al aborto por la misma razón que me opongo al castigo corporal: los niños son individuos libres por la Gracia de Dios, no esclavos/propiedad de sus padres, sea antes o después del nacimiento. Quizá algunos de mis lectores sepan de cierta apología del aborto escrita por cierto mafioso neofariseo al que Dios ha castigado privándolo de la fe para que, en su apostasía, todos veamos que no es sino un sepulcro blanqueado, un hijo del Diablo. Dios toma toda ofensa hecha contra un niño como una ofensa en Su Contra (Mateo 19:14, Mateo 25:40) y este tipejo pagará cara su blasfemia en el Juicio.
6. En el Medievo, la Iglesia tuvo constantes discusiones sobre el asunto de si la búsqueda del martirio era suicida, como en el caso de los mártires de Córdoba (48 cristianos asesinados por la inquisición musulmana de Al-Ándalus con la complicidad del obispo Recafredo, quién simpatizó con los moros calumniando a los mártires como "fanáticos"). A pesar de estas disputas y ocasionales edictos oficiales, la doctrina católica no fue totalmente hostil al suicidio hasta finales del siglo XVII. En 1533, a quienes se suiciden mientras estén acusados de un crimen se les niega un entierro cristiano. En 1562, todos los suicidios son castigados de esta manera. En 1693, hasta el intento de suicidio se convierte en un crimen eclesiástico, que puede ser castigado por excomunión seguido de penas civiles. En 1670, Luis XIV de Francia decretó que el cadáver de los suicidas fuera arrastrado por las calles boca bajo, ahorcado y arrojado a un muladar. Además, el Estado expropiaría al suicida y su familia (nótese la similitud con el comunismo).
7. En total contradicción con su doctrina de Sola Fide/Sola Gratia, los protestantes secundan en general la postura antisuicida. El Catecismo de Westminster del siglo XVII, que permanece autoritativo para los calvinistas, sigue la tesis de Agustín: "El Sexto Mandamiento prohíbe tomar tu propia vida". El pastor luterano Dietrich Bonhoeffer también muestra esta deuda hacia Agustín cuando escribe "Dios se reserva el derecho de determinar el fin de la vida, porque solo Él conoce el fin al que Su Voluntad la conducirá... Incluso si la vida terrenal de una persona se tornase un tormento, esta debe dejarla intacta en las manos de Dios, de donde vino".
8. En los siglos XVII y XVIII, los suicidas aguzaron el ingenio para evitar la condenación augurada por los teólogos. En 1740, Christiana Johansdotter mató a un niño en Estocolmo solo para ser ejecutada. Este es solo un ejemplo de los innumerables casos de personas que buscaron el suicidio por ejecución a través del asesinato. Era un método popular, cuyas víctimas solían ser niños pequeños pues se creía que dado que los infantes estaban libres de pecado, sus almas irían al cielo. La sangre de estos niños mancha las manos de Agustín y demás chusma antisuicida.
9. El mártir católico Thomas More, en su obra Utopia (1516), afirma que un enfermo crónico debería poder "liberarse a sí mismo de una vida amarga... pues si por la muerte puso fin no al gozo sino a la tortura... su suicidio ha de ser una pía y santa acción".
10. En 1608, el poeta y clérigo anglicano John Donne escribió Biathanatos, la primera gran apología del suicidio tras mil años de tiranía augustina. Donne citó la conducta de figuras bíblicas como Jesús, Sansón y Saúl, así como las leyes de la Naturaleza, la Razón y Dios, para justificar el suicidio en ciertas circunstancias y defender el derecho de los cristianos a elegir la muerte.
11. Shakespeare, en sus obras, desafió el estigma fariseo-augustino al recordar a la sociedad de su tiempo que el suicidio es parte de la vida. Muchos de sus personajes más notables, como en  Hamlet (1602), mueren por su propia mano. En sus representaciones del suicidio, el dramaturgo inglés reflejó los conceptos de melancolía (depresión), huída de la vergüenza o desgracia y el dolor del amor perdido.
12. Hume negó que el suicidio fuera un crimen dado que no afectaba a nadie salvo la víctima y era potencialmente beneficioso para la misma. En su obra Essays on Suicide and the Immortality of the Soul  (1777), Hume inquiere "¿Por qué debería prolongar una existencia miserable? ¿Por algún beneficio frívolo que quizá los demás obtengan de mí?". En esta línea prosuicida, la edición de The Times de 1786 sembró la polémica con el titular "¿Es el suicidio un acto de valor?". Otros defensores del derecho individual a elegir el suicido fueron los filósofos franceses Voltaire y Montesquieu, así como el reverendo Charles Moore.
13. En la conferencia Concern for Dying de 1981, la erudita prosuicida Margaret Battin visionó un un futuro distante donde los cristianos harían del suicidio un sacramento. De momento, muchos cristianos admiten que Aquino es demasiado severo con los suicidas, dado que no hay base bíblica o patrística para condenar el suicidio como un pecado imperdonable.
14. En el siglo XIX, el suicidio pasó de ser visto como un pecado a ser visto como una muestra de locura. En 1879, la ley inglesa empezó a distinguir entre suicidio y homicidio, aunque el suicidio aún implicaba la expropiación del patrimonio. En 1882 se permitió al fallecido un entierro diurno y para mediados del siglo XX el suicidio se legalizó en gran parte de Occidente, aunque no fue hasta 1983 que la Iglesia Católica Romana revisó la ley canónica que prohibía ritos funerarios y un entierro en cementerios de la iglesia para aquellos que murieran por su propia mano.
15. Aunque hoy día la católicos y protestantes no niegan la sepultura a los suicidas (los ortodoxos aún lo hacen, prueba de que no son tan independientes de Agustín como proclaman), debo señalar que el Estado ha tomado el relevo de la Iglesia en la represión antisuicida, pues la "prevención del suicidio" no es sino un eufemismo para la agresión de la psiquiatría estatólatra y sus esbirros contra la libertad individual, ante la cual los cristianos libertarios tenemos, por la Gracia de Dios, el derecho y el deber de ejercer la legítima defensa: SIC SEMPER TYRANNIS. 
16. Un ejemplo del satánico sadismo antisuicida es el ensañamiento terapéutico con ancianos. En una ocasión, en una revista médica anglosajona, leí sobre un varón de 78 años que fue ingresado de urgencia con "pulso errático, próstata elongada, artritis y obstrucción intestinal". Al conocer el tratamiento que planeaba el médico, el anciano suplicó: "Doctor, no deseo morir lleno de tubos. No quiero que mis hijos recuerden así a su padre. He vivido suficiente, pero aún aspiro a ser un hombre, no un vegetal indefenso". El médico respondió a esta súplica metiéndo un tubo de alimentación hasta el estómago del anciano, poniéndole inyecciones intravenosas 4 veces al día y conectándolo a un respirador para aumentar su toma de oxígeno. Una noche el anciano logró apagar el respirador sin ser descubierto. En su mesilla hallaron esta nota: "La muerte no es el enemigo, doctor. La inhumanidad lo es". Otro caso es el  una viuda ciega de 80 años que había vivido años en una residencia, torturada a diario por el cáncer. Un día tomó una sobredosis de morfina con la esperanza de morir. Cayó en coma, pero un enfermero descubrió el intento de suicidio, así que la anciana fue trasladada a urgencias y se le inyectó una droga antimorfina para revivirla. Tras esto fue devuelta a la residencia, donde agonizó hasta su muerte natural. A la luz de estos hechos podemos entender los casos de Elizabeth (80 años) y Pitney (77 años) Van Dusen. Pitney era el presidente emérito de la New York Union Theological Seminary y un distinguido ministro presbiteriano. Él y su esposa debatieron sobre el suicidio con sus amigos y firmaron un pacto antes de tomar una sobredosis de narcóticos. Elizabeth escribió: "Nuestras vidas han sido plenas y satisfactorias, pero desde que Pitney tuvo un infarto hace 5 años no hemos podido hacer nada de lo que queríamos y mi artritis ha empeorado. Sin la medicina moderna, muchos ancianos morirían de forma natural, pues Dios les permitiría morir. Hoy en día, los médicos dificultan morir. Pitney y yo creemos que al suicidarnos hacemos que Su Voluntad se respete. Ambos estamos cada vez más débiles e inválidos y, ¿quién querría morir en una residencia? Oh Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la Paz".

2 comentarios:

Anónimo dijo...


Carta sobre el suicidio (fragmento)

" La cuestión si el ser humano tiene -en general- el derecho de suicidarse, está mal planteada. En realidad el problema no se debe plantear respecto al "derecho": en el momento que el ser humano tiene la posibilidad de suicidarse, tiene TAMBIÉN el derecho de hacerlo.
Yo pienso que tal posibilidad de autodestruirse, que nos ha sido dada, representa UNA válvula de seguridad.
Ya que el ser humano puede suicidarse, no tiene el derecho - y aquí tal término se encuentra en el lugar adecuado- de decir que la vida le es insoportable. Si la vida se nos deviene insoportable, podemos recurrir al suicidio; por lo tanto ninguno de nosotros puede lamentarse de la intolerable dureza de la propia vida. Fue dada al ser humano la capacidad de suicidarse, por lo tanto lo puede hacer, tiene el derecho de hacerlo. Y continuamente él mismo hace uso de este derecho, suicidándose en duelos, en guerras, con los excesos, o con el alcohol, el tabaco, el opio, etc.
No se PUEDE sólo preguntar si es razonable y moral -estos dos términos son inseparables- suicidarse.
¡No! Suicidarse es irracional, así como tallar los retoños de una planta que se quiere extirpar. Ésta no morirá, crecerá irregularmente, eso es todo. La vida es indestructible, está más allá del tiempo y del espacio. La muerte no puede más que cambiar la forma, poniendo fin a la manifestación en este mundo. Pero renunciando a la vida en este mundo, yo no sé la forma que ésta tomará de nuevo, si me será más grata y en segundo lugar yo me privo de la posibilidad de aprender y adquirir el provecho de mi yo, todo aquello que hubiese podido aprender en este mundo. Por otra parte y sobre todo, el suicidio es irracional porque, renunciando a causa del disgusto que ella me provoca, yo muestro tener un concepto errado de la finalidad de mi vida, suponiendo que sirve para mi placer, mientras ella tiene por finalidad, de un lado, mi perfeccionamiento personal y por el otro la cooperación a la obra general que se cumple en el mundo.
Y es por esto que el suicidio es inmoral. Al hombre que se suicida, la vida le fue dada con la posibilidad de vivir HASTA su muerte natural, a condición de ser útil a la obra general de la vida y él, después de haber disfrutado de la vida, hasta que le parezca agradable, ha renunciado a ponerla al servicio de la utilidad general, apenas le sea desagradable; mientras verosímilmente él empezaba a hacerla útil en el preciso instante en el cual su vida se endurecía, porque cada obra comienza con sufrimiento. " (Leon Tolstoi)

Christic Magi dijo...

Aunque respeto a Tolstoy (es de los pocos pacifistas coherentes que ha dado la Historia, y su anarcocristianismo me resulta simpático), no me parece que tenga derecho a declarar el suicidio como inmoral per se, pues ni la Biblia ni ningún teólogo previo a Agustín lo hizo:
"... Lo que Dios limpió, no lo llames tú común" (Hechos 11:9)
Moral o inmoral, el suicidio es una cuestión privada entre el Individuo y Dios. No es de la incumbencia ni del Estado (Psiquiatría) ni de la Iglesia (Inquisición). Tolstoy erra cuando afirma que todo suicidio tiene una motivación hedonista, pues en casos como el de Sansón el suicidio puede ser un acto motivado por la piedad y el honor. Un cristiano que se suicide para evitar arriesgarse a apostatar bajo tortura está haciendo un servicio a Dios. Lo de que "cada obra empieza con sufrimiento" es falaz. El sufrimiento no es bueno per se:
"Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo" (Isaías 5:20)
¿Es "inmoral/irracional/hedonista" un niño que se suicida tras ser violado por un pederasta? ¿A qué obra sirve el atroz sufrimiento del susodicho niño? Esta pregunta basta para desenmascarar la absoluta falta de misericordia, la diabólica crueldad de los antisuicidas.
Dicho esto, Tolstoy acierta cuando señala lo absurdo de decir que la vida es insoportable si uno desea seguir viviendo. Puede decir que la vida es cruel, pero si fuera insoportable llevaría al suicidio por lógica. Aunque sea una decisión necia, hay muchos que implícitamente aceptan la crueldad de la vida, como Winston en 1984:
"Pero la cuchilla de afeitar se la proporcionarían si podían. Quizá pasaran cinco segundos antes de que los guardias pudieran entrar en la celda. La hoja penetraría en su carne con quemadora frialdad e incluso los dedos que la sostuvieran quedarían cortados hasta el hueso. Todo esto se le representaba a él, que en aquellos momentos se encogía ante el más pequeño dolor. No estaba seguro de utilizar la hoja de afeitar incluso si se la llegaban a dar. Lo más natural era seguir existiendo momentáneamente, aceptando otros diez minutos de vida aunque al final de aquellos largos minutos no hubiera más que una tortura insoportable"